Estamos fascinados con Twitter; nos enamoramos de Facebook. De pronto, nos sentimos famosos porque tenemos seguidores/amigos que, de cuando en cuando, replican algo que dijimos. Nada mejor para el ego de periodistas acostumbrados al anonimato.
Creemos que tirando rápido algún dato ejercemos nuestra profesión. Error. Otro más a la larga lista de yerros. De seguro, esos mismos datos sueltos andan por la red mucho antes de que nosotros nos avivemos.
Seguimos apostando a la noticia, la de 140 caracteres o la de 2.000 palabras. Da igual.
Perdemos de vista, una vez más, que si seguimos teniendo razón de ser en este mundo es para agregar valor a la información.
Me encanta lo que dice Jeff Jarvis en este post. Es cierto, Jarvis se refiere a la intensa/densa cobertura del conflicto en Irán, pero hace un llamado de atención que deberíamos aplicarlo aún a las cuestiones más cotidianas: El mayor valor que puede añadir una organización de información a este nuevo ecosistema de noticias es identificar, seleccionar, investigar y formar a gente. Idealmente, eso debería de ocurrir antes de que surja una gran historia.
Deberíamos dejarnos de repetir. O de alegrarnos cuando nos repiten. Y pensar que estamos para otra cosa. ¿Que no estamos acostumbrados o que no la sabemos hacer? Tomemos el hábito o eduquémonos. Así como estamos, Twitter y Facebook no alcanzan.
Historia de los blogs en América Latina
Hace 1 año.
1 comentario:
Flaco, es la primera vez que entro.
Esto que escribiste es genial, te felicito.
Un abrazo.
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