viernes, octubre 26, 2007

Vergüenzas ajenas



Escuchaba anoche la transmisión radial de un partido de fùtbol. El relator y el comentarista mandaban saludos al dueño de un restaurante, pero se quejaban de que hacía mucho que no los invitaba.
El popular conductor de un programa de bailes y patines lanzaba el poco sutil reclamo a un intendente de Buenos Aires para que le enviara chorizos.
Basta plis, muchachos. Sean un poco más dignos.
De pedir cenas y salames a otros beneficios reñidos con la ética, hay un solo paso.




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