Google Image Swirl, en modo labs, es una nueva herramienta del buscador para explorar imágenes.
Interesante modo de presentarlas, pero se corre el riesgo de perder alguna importante.
Bitacoras.com, la mayor red social de blogs en español, ha tratado de aportar datos para conocer mejor al perfil del blogger en español. varón, de entre 25 y 34 años localizado principalmente en España, Argentina, México y Chile, que utiliza Twitter como principal complemento a su actividad bloguera y que habitualmente publica temas relacionados con su vida personal, noticias y actualidad, cultura y sociedad, pero que a la hora de consumir contenidos, valora principalmente aquellos relacionados con el propio medio, la tecnología e Internet. Publica fundamentalmente los días laborables, sobre todo los martes, miércoles y jueves, en horario de tarde y escribe en más de una bitácora. (Fuente El País)
El periodista Julio Perotti analizó la crisis que atraviesan los medios y la prensa gráfica en particular, ante el escenario planteado por las nuevas tecnologías. En momentos en que el papel está cayendo, hay que buscar fórmulas creativas para que el negocio sea sostenible en el tiempo», dijo.
Neuquén. En su breve paso por la capital neuquina, el periodista Julio Perotti analizó la crítica situación que atraviesan los medios escritos en el mundo. Actual responsable de contenidos para la edición papel y web de La Voz del Interior de Córdoba, Perotti resalta la necesidad de repensar con urgencia el periodismo ante el nuevo contexto que instaló la llegada y posterior consolidación de Internet.
¿Cómo analiza el futuro de la prensa gráfica en nuestro país ante la crisis?
Es un momento complicado. Estados Unidos pinta un momento dramático. Hay cierres, otros diarios que dejan de imprimir en papel y se vuelcan a la web y otros que se convierten en periódicos. Obviamente hay una tendencia que se está replicando en distintas partes del mundo y, si bien a Argentina no ha llegado con fuerza, al menos debe encender una luz de alerta respecto del modelo periodístico que debemos tener para sostener la venta de diarios y evitar que la crisis se expanda.
¿Estamos a tiempo?
Creo que sí. Depende de cuánto hagamos los periodistas y las empresas para generar una nueva forma de comunicarnos con nuestro público y buscar una nueva forma de reflejar la realidad en los formatos y soportes que hoy tenemos. Es un debate que tenemos que afrontar con urgencia para que cada medio pueda encontrar el mejor camino para escapar a la crisis.
Cada día que pasa, hasta biológicamente hay más nativos digitales y menos lectores tradicionales…
Absolutamente. Las jovenes generaciones que nacieron y se desarrollaron en un mundo absolutamente digital y virtual, hoy encuentran otras formas de comunicarse. En general pertenecen a las redes sociales en las que se informan a su manera y generan sus propias noticias de acuerdo a su foco de interés.
¿Se puede luchar contra esa fragmentación que ofrece Internet?
Es difícil. Seguramente nos va a llevar a un cambio en el modo de trabajar de nuestras webs. Desde que estamos insertos en Internet, los periodistas volcamos allí nuestra tradicional forma de trabajar en el papel. Pero no pericibimos que la web tiene una audiencia distinta, que procura otro tipo de información. Es probable que tengamos entonces que volver a diarios que dejen de montarse sobre la noticia como eje central y vuelvan a contar historias. Los periodistas tendremos que volver a nuestras fuentes y mantener ese concepto socialmente instalado de que los diarios son las mejores usinas creíbles de noticias y que sirven para otorgarle relevancia a la información en un mundo que está intoxicado de noticias y datos. Es probable que así logremos salir de este momento.
En este contexto, ¿hacia qué horizonte deberían dirigirse los diarios?
Vamos hacia diarios compactos, más direccionados a sectores de público más exigentes por nivel de conocimiento. Pienso en diarios con más desarrollo de unas cuantas historias que serán los ejes centrales de cada edición. Me imagino un lunes orientado a deportes, el martes a política, el viernes al consumo y un diario de domingo casi como una revista de resumen semanal. Es muy difícil pensar que en la dinámica que tiene hoy la vida, cualquier persona tenga tiempo en un día de leer la cantidad de informacion que le damos hoy en un diario. Encima, conlleva una enorme cantidad de papel, con un enorme costo que resulta imposible de amortizar. Ni nosotros estamos en condiciones de hacer esos megadiarios, ni la gente está en condiciones de leerlo completo.
Además, este escenario plantea un público con una brecha muy grande a nivel digital y generacional. ¿Cómo se hace un producto así pensando en un público tan distinto?
Lo que pasa es que los diarios seguimos trabajando información redundante con la radio y la televisión. Hoy, cualquiera que haya visto un noticiero en cualquier lado, se encuentra con que el diario tiene la misma información. El diario meramente descriptivo va a terminar sucumbiendo ante la necesidad de un nuevo modelo.
Desde un principio, los medios apostaron a la web sin saber bien con qué objetivo, ¿cómo se piensa hoy una apuesta periodística en la web teniendo en cuenta que no hay un modelo de negocios sustentable?
Es difícil porque los diarios que tienen páginas en la web las subsidian desde el papel. Pero en momentos en que el papel está cayendo, cae la circulación y la publicidad, es evidente que hay que buscar fórmulas creativas e imaginativas para que ese negocio sea sostenible en el tiempo. No podemos trasladar paradigmas del papel a la web. Como medios, seguimos teniendo una fortaleza: nuestra condición de hiperlocales. Google no va a venir a acercar a nuestro vecino a ayudarlo a vender autos en su concesionaria. En cambio, nosotros sí podemos. Tenemos que pensar en un montón de negocios pequeños que, finalmente, suplan la diferencia de aquel negocio grande que se hacía con el papel.
Este objetivo de insertar a los medios en el eje de las nuevas tecnologías y sus pautas culturales, ¿cómo se compatibiliza con los principios de la web 2.0, que parece despreciar los modelos tradicionales de información?
Si no lo puedes vencer, únete a él. Creo que nosotros tenemos que saber cómo insertarnos en la web. No para ser parte o estar sino para comprender cómo se mueve la sociedad dentro de este fenómeno masivo. Y esto requiere de las organizaciones, de sus intergrantes y de sus periodistas, un esfuerzo grande de estudio y analisis para determinar cuáles son los focos de interés de la audiencia. Cuando logremos detectarlo, vamos a terminar con la Web 2.0 como aliada y no como enemigo.
20 libras y una Blackberry para triunfar. Vincent Frank, un cantanta británico conocido como Frankmusic, tiene esos dos elementos y una meta: convertirse en estrella en 10 días. Se lo puede seguir aquí. Parece un excelente trabajo con foros, blogs, videos y hasta Google Earth como geolocalizador.
Año 2025 Clase de periodismo: vamos a hablar de un tiempo que cambió la historia de la prensa, los años 2008 al 2011. Así se presenta lainformación, en un interesante video sobre el presente y el futuro del periodismo. Vale la pena verlo.
CHARLA - DEBATE Presente y futuro de los medios digitales La experiencia en España y Argentina
Viernes 13 de marzo – 10 hs. Auditorio de la Prensa Argentina, Chacabuco 314 Piso 11º, Ciudad de Buenos Aires
Juan José Amorín, director general de la Asociación Española de Medios Online y ex director del portal Terra España y del diario digital 20 Minutos, y Julio Perotti, coordinador de Noticias del diario La Voz del Interior, Profesor en Comunicación Audiovisual de la Universidad Blas Pascal (Córdoba) e invitado por la Asociación de Editores Digitales Argentinos (AEDIA), expondrán y debatirán sobre la situación de Internet y los medios online en España y Argentina. La moderación estará a cargo de Gabriel Michi, presidente del Foro de Periodismo Argentino (Fopea).
La actividad, organizada por Fopea y AEDIA, se llevará a cabo en el Auditorio de la Prensa Argentina, Chacabuco 314, piso 11º, Ciudad de Buenos Aires, entre las 10 y 12.30.
LA PRESENTACIÓN
Seguramente, ustedes están acostumbrados a escuchar charlas magistrales que, en muchos casos, incluyen fórmulas para el éxito. Sólo me gustaría exponerles una humilde visión construida a lo largo de 30 años en redacciones de Córdoba y su interior. Y la convicción de que, a esta altura, no podemos rendirnos a observar la agonía de los diarios si hacer nada al respecto. Estamos preocupados; estamos horrorizados. Los números van mal. Si no, basta repasar los datos con que nos encontramos en hoy en muchos sitios que siguen la evolución del sector. La realidad es demasiado dolorosa para una industria ya madura que había logrado altos niveles de rentabilidad. Tal vez ese haya sido nuestro peor enemigo: el confort que dan las buenas ganancias anuló toda vocación innovadora. Si ni siquiera fuimos capaces de darnos cuenta de que, desde comienzos de los 90, se estaba incubando una mutación de las audiencias. Y si algo faltaba para que ello se perfeccionase, en 1996 llegó Internet, la más poderosa herramienta comunicacional que hayamos conocido. Es cierto: más temprano o más tarde, todos los diarios nos subimos a la red. La pregunta, a esta altura, es si lo hicimos bien. Me temo que no deberíamos estar orgullosos de cómo actuamos. En mi opinión, el primer error es que replicamos en la web nuestro tradicional modo de hacer periodismo. Y claro, ¿qué otra cosa cabía esperar si éramos exitosos? El segundo error es que creímos que con ello alcanzaba. Y para siempre. Por eso, mandamos a dormir el sueño de los justos cualquier intento por comprender a esas nuevas audiencias, distintas de las que abarcábamos con nuestros productos tradicionales. En conclusión, decidimos “estar” en Internet, pero no supimos “ser” Internet. Y no es sólo un juego de palabras. Es una diferencia esencial. Por eso aplicamos lo que hacíamos en el papel a la web sin comprender que era un fenómeno distinto. Hoy estamos pagando esas consecuencias. Aquí quiero detenerme en la responsabilidad que nos cabe a los periodistas en este proceso de deterioro. Podría enumerar muchas razones. Creo que bastan algunas para pintar el panorama. 1.- Estuvimos alejados de la capacitación continua. Los que ocupábamos un escritorio en las redacciones, consideramos que eran suficientes la experiencia que nos acompañaba y eventualmente los conocimientos adquiridos en las escuelas de periodismo. Y para siempre. La tecnología era, más bien, una carga pesada para aquellos que habían sido llamados a reinar en el mundo de las ideas y los pensamientos, y a marcar los rumbos de la sociedad. 2.- Estuvimos alejados de la sociedad. Dejamos las calles para encerrarnos en la comodidad las redacciones. Pero también preferimos los despachos oficiales a los barrios; las asambleas del poder a las reuniones de vecinos. Definitivamente, le perdimos el pulso a la gente. 3.- Estuvimos alejados de la profundidad. Optamos por ofrecer un tratamiento generalista de la información, sin profundidad y con bastante poco contexto. Fuimos, con perdón del neologismo, “todólogos”, sin advertir que en los distintos nichos de la audiencia convivían lectores con niveles de conocimiento demasiado superiores a los que contábamos. 4.- Estuvimos alejados del negocio. No comprendimos que éramos contribuyentes a un modelo de negocios. No es que hayamos postulado hacer negocios con el periodismo, una de las más negras manchas de esta profesión. Si no, entender que el éxito de los medios, lo que los hace poderosos, es su independencia económica. Pero no, muchas veces preferimos abrir brechas entre las redacciones y el resto de la compañía. No fuera que nos contaminasen. ¡Vaya error! 5.- Y estuvimos alejados de un nuevo periodismo. Porque hemos sido, también, incapaces de romper la inercia que nos imponían los paradigmas del viejo periodismo. E incapaces de comprender que hay conceptos que forman parte inescindible de la profesión, pero otros que van mudando conforme se modifican los hábitos de consumo noticioso de la sociedad. Podría seguir hasta un decálogo. O más. No se trata, por cierto, de autoflagelarse por los errores, sino de aprender de ellos. ¿Acaso estas falencias del periodismo no son también en parte responsabilidad de las empresas? A todos nos cabe la obligación de redefinirnos y reinsertarnos en una sociedad que, como dijimos, ha comenzado a alejarse muy raudamente de nosotros. Cada uno de nuestros diarios está inmerso en un mercado que, no importa su escala, está cambiando. De hecho, en cada uno de los pueblos y ciudades donde editamos, el natural recambio biológico nos está privando de lectores. Y las nuevas generaciones no se acercan a los diarios. No porque no se informen sino porque su agenda es distinta a las que establecemos desde los periódicos. Eso está absolutamente claro. Basta observarlo en nuestros hijos. Pero también hay una base científica para corroborarlo. Tenemos a la mano un libro que ayuda a comprender mejor de qué estamos hablando. Se trata de “Generación Einstein”, una obra de Jeroen Boschma, un consultor que cofundó en 1998 la agencia de comunicación Keesie, especializada en el target infantil y juvenil.
Este libro refleja a la nueva generación de jóvenes nacidos después de 1988 en Europa, aquellos que inauguran una era de valores positivos desde la Segunda Guerra Mundial y que han crecido de pleno en un mundo digital. Sin entrar en detalles del trabajo, cuya lectura es muy recomendable, la conclusión es que son: · Más rápidos. · Más listos. · Más sociables. · Conocen las reglas del marketing. · Leen la prensa como periodistas. · Miran películas como directores de cine. · Y analizan anuncios como verdaderos publicistas. Más aún, si uno intentase comunicarse con ellos de forma equivocada, sólo podría encontrar rechazo. Para estas generaciones jóvenes, un diario ya no es seña de identidad como lo era de nuestros padres y de nosotros mismos. Un diario, en definitiva, ya no significa nada para ellos. Además, ocupan lugares en las redes sociales, donde construyen información y, por ende, nos hace perder al periodismo ese monopolio. ¿Nos vamos a quedar con los brazos cruzados esperando que estos jóvenes nos mantengan excluidos por siempre de su mundo mediático? ¿No tenemos acaso la experiencia y el know how para construir información? Desde luego, este interrogante nos encuentra en momentos en que la crisis global jaquea a la industria. No vamos a caer en el lugar común de decir que una crisis implica necesariamente una oportunidad. Pero está claro que lo peor que podemos hacer es paralizarnos. Que debemos defender a los diarios, a las empresas; en síntesis, al periodismo. Sírvanse levantar la mano los que consideren que aprovechar esta oportunidad es responsabilidad de los empresarios de los medios. Ahora, levántenla los que piensen que es una responsabilidad de los periodistas. Y finalmente, sírvanse hacerlo los que entiendan que es tanto responsabilidad de la conducción de la empresa cuanto de sus periodistas. Gracias. Quiero decirles que hay, entre los empresarios y los periodistas, percepciones cruzadas. Los periodistas piensan que los empresarios están buscando siempre la alternativa para reducir costos. Pero a fuerza de su trabajo. Y los empresarios observan que sus periodistas descargan sobre ellos la responsabilidad de salvar el futuro del medio. Vengo del periodismo, pero no estoy de acuerdo con ninguno de los dos. Soy de los que votan por la tercera alternativa. Y que piensa que sólo una tarea conjunta, lo más seria y responsable posible, será la única alternativa para intentar una solución. Se impone un cambio de mentalidad en todos los estamentos de la compañía. Diálogo interno franco y toma de conciencia sobre el momento en el que estamos y el camino que queremos adoptar resulta mucho más que un deseo. Seguramente, ustedes escucharon o leyeron como lo plantea el consultor español Juan Varela. Dice Juan: Si en algo coinciden los expertos es en que no todos los periódicos morirán. Pero también en que todos deberán transformarse para sobrevivir en una era en la que la gente, más que nunca, quiere leer historias, aunque no en los formatos que han dominado la prensa 300 años. Hay que ponerse manos a la obra ante un cambio que, dicen, no tiene por qué ser peor. No será peor en tanto enterremos mitos y conjuremos fantasmas. ¿Hasta cuándo vamos a creernos que los diarios y los periodistas somos “vacas sagradas” y, por eso, intocables? Si, como hemos dicho, el principal problema es cómo mantener o conquistar la audiencia, ya no nos alcanza el papel. Ni como soporte ni mucho menos como modelo de negocios. Asistimos en estos tiempos a un fuerte debate en torno de la convergencia o la integración de las redacciones. Hay de todo: los que quieren ir a fondo con la convergencia; los que la probaron y volvieron atrás; los que la pintan como la panacea, y los que creen que ella va a constituir la eutanasia de un periodismo moribundo. Resulta difícil pensar que un nuevo modelo pueda imponerse prescindiendo de los factores culturales que han marcado a cada medio a lo largo de su historia. Están también los que creen que sólo se trata de un ejercicio arquitectónico porque consiste en cambiar de lugar escritorios en una redacción. Y están los que piensan, con un criterio economicista, que debe traducirse en que los periodistas escriban, saquen fotos, filmen, hagan comentarios en audio, sean blogeros, etc, etc, etc. Estas últimas categorías revelan pensamientos cortoplacistas, de fracaso cantado de antemano porque no se trata sólo de reducir costos y aumentar la productividad, sino de apostar a la calidad. Voy a usar el plural porque trato de expresar lo que hemos debatido largamente en La Voz del Interior: estamos convencidos que debemos reconvertir toda la organización, desde el primer hasta el último puesto de trabajo. De alinearnos en una misma convicción para llevarla adelante con ideas comunes. Dicho vulgarmente, de poner los patitos en fila para tratar de lograr una salida al atolladero. Permítanme hacerles un repaso de esta experiencia en La Voz del Interior. Seguramente, otros tendrán las suyas que serán tanto o más valiosas que ésta. Lo que es seguro es que nadie en ningún lugar del mundo está hoy en condiciones de mostrar resultados contundentes sobre un camino exitoso. Nosotros procuramos salir de la encerrona partiendo de la definición de qué modelo queremos. La respuesta inicial es el de una empresa multimedia, generadora de contenidos para una etapa inicial de dos formatos: papel e Internet. Pero abierta a explorar nuevos medios, distintos a los conocidos. No puede quedar esto en una de esas definiciones que se publican en la misión, visión y valores de la compañía. De entrada, nomás, debemos generar conciencia porque tenemos que encarar el más profundo de los cambios, el cultural. Para eso, se conformaron inicialmente dos grupos de trabajo transversales a toda la empresa; es decir, integrados por miembros de distintas áreas, sin limitaciones de carácter jerárquico: Organización y Producto El grupo de Organización tuvo la misión de revisar dónde estamos y hacia dónde vamos; cuáles son las debilidades y las fortalezas de toda la organización e hincar el diente sobre los procesos que llevamos adelante, en especial en la Redacción, para adaptarnos a los nuevos tiempos. El objetivo del equipo de Producto fue, a su vez, determinar las fortalezas y las debilidades de lo que ya ofrecemos a los lectores; hurgar en las nuevas audiencias y explorar cuáles deben ser los contenidos para cada plataforma. En el medio, motorizada por el grupo de Organización, lanzamos una encuesta para saber cuánto conoce nuestra gente de Internet y su potencialidad; cuánto la utiliza y cuánto está dispuesta a utilizarla. En verdad, arrojó algunos resultados sorprendentes sobre los que en otro momento podemos charlar. Lo interesante es que nos posibilitó el armado de un plan de capacitación para integrar a todos en este nuevo modelo. Esto nos permitió construir una pirámide para ir escalando: 1. Base: motivación/comprensión de Internet. 2. Conceptos: el periodismo del presente. 3. Herramientas: con qué hacerlo. 4. Know how: cómo hacerlo. Observarán en este esquema muy simplificado que vamos desde lo general a lo particular, en la convicción de que no tendremos éxito si no partimos de una base de conocimiento sólida. Hagamos un breve repaso uno por uno. La motivación y comprensión de Internet, junto a los conceptos del periodismo, apuntan a entender el nuevo modelo de producción de noticia y sus tiempos de vida, muy distintos de los que conocíamos. ¿O es que acaso alguien cree que las primicias, vieja fortaleza de la prensa, hoy pueden servir para sobrevivir? Las noticias nacen y mueren muy rápidamente. Lo que permanece es la profundidad de la información, tanto en el papel como en la web. El manejo de herramientas se torna fundamental en el nuevo entorno informativo. ¿Es admisible ser casi analfabetos digitales en un mundo en que sus habitantes se mueven cada vez más en entornos virtuales? Temas como los programas open source (o de código abierto) ya no pueden ni deben ser de manejo exclusivo de los ingenieros. Y conceptos como SEO (Search Engine Optimization), que es la forma en que mejor nos encuentran los buscadores, fuente primordial de lectura, no pueden quedar exclusivamente en manos de nuestras áreas de Marketing. No quiero decir que empresarios y periodistas salgamos corriendo a tomar cursos acelerados de ingeniería o de marketing. Digo, sí, que no podemos ignorar esos conceptos porque a ellos va atada parte de nuestra inserción en el ecosistema informativo digital. Y, finalmente, el saber hacer es el modo en que vamos a construir información a partir de esos nuevos conceptos con las herramientas que debemos aprovechar para acercanos a la audiencia y ofrecerles noticias atractivas tanto desde el contenido cuanto desde lo visual. Por estos días estamos ante el desafío, nada fácil por cierto, de establecer cuáles son los nuevos esquemas de trabajo para atender a los dos formatos, web y papel. Después de todo, nos gusta el confort de lo establecido, de lo que venimos haciendo desde hace muchos años, una mochila que en nuestro caso tiene el peso de 105 años de historia. Por ejemplo, nos tranquilizó siempre pensar en un cierre de edición cada noche, lejos de la necesidad que hoy tenemos de ir ofreciendo a la audiencia la información apenas la tengamos en nuestras manos y, luego, buscar novedosos modos de plasmarla en el papel. Por esto, está claro que requerimos un nuevo flujo de trabajo, establecido a partir de los horarios picos –o prime time- de nuestros productos web. No es poca cosa: se trata, ni más ni menos que una reconversión de la Redacción para extender sus horarios más allá de lo habitual. ¿Y los recursos humanos, qué? Primero, tengamos en claro que vamos a una Redacción multimedia. Esto no significa que TODOS los periodistas sean multimedia. Habrá jóvenes y buenos por velocidad en la web; excelentes escritores para el papel y unos cuantos, con seguridad, en condiciones de adaptarse con soltura y eficiencia a ambos formatos. Pero todos para todo no parece ser una buena fórmula si no queremos que se papelice la web o se internetice el papel. Tampoco, por cierto, vamos a abandonar el papel a su suerte. Estamos seguros de que todavía quedan unos cuantos años para este formato. ¿Es posible, entonces, reconvertirlo? Sí, con seguridad sí. La apuesta está en la profundización en la calidad de los contenidos. Si concluimos que para la gente la noticia que le ofrecen los diarios no es atractiva, debemos considerar cómo brindar información de más calidad. Una cuestión central es dejar de pensar en la noticia como unidad central del periodismo y, en cambio, ofrecer a los lectores un contexto más completo. Es lo que los especialistas llaman ahora “el tema”, lo que implica comprender al periodismo como un proceso. Volvemos a lo mismo: información más profunda, más analítica y con más perspectivas parece ser la fórmula. Sabemos en que un mercado donde reina la escasez de imaginación es complicado. El cine suele enseñarnos muchos de historia. Recuerdan una escena que plasmó el genial Orson Welles en “Ciudadano Kane”.
Las noticias, decía entonces Kane, se producen las 24 horas. Aquella verdad de 1941 nosotros recién lo estamos discutiendo ahora. ¿No les parece que es hora de hacer algo? En este punto es donde debemos también fijar dos grados de responsabilidad: De los periodistas, para asimilar y aplicar un nuevo modelo. De los empresarios, para facilitar las herramientas a sus periodistas. De ambos, para tener una visión compartida. Por cierto, la favorable evolución de este modelo web e impreso depende de la calidad de los recursos humanos con que se cuente y de su vocación para ser activos partícipes en el proceso. En este marco, debemos tener muy en claro que la gestión de los recursos es imprescindible para avanzar sin contratiempos. Que vamos a encontrar resistencias, no tengan dudas. Que en un mundo cada vez más ancho, la mano de obra es por naturaleza un bien escaso, es también una realidad. Revisaba en los últimos días un reciente libro de Ramón Salaverría y Samuel Negredo, llamado “Periodismo integrado. Convergencia de medios y reorganización de redacciones”. Encontré allí cinco ideas para tratar de disipar desconfianzas como modo de vencer la resistencia al cambio: 1.- Formar a los periodistas. 2.- Mezclar veteranía profesional y conocimiento digital. 3.- Pactar salarios con la nueva estructura empresarial multiplataforma. 4.- Situar al mando a periodistas calificados que entiendan la red. 5.- Planificar una integración verdadera, no una absorción encubierta para demostrar que no hay ganadores ni perdedores. Quería reservar para este tramo final una idea que, creo, todos debemos compartir: en este mundo global, sólo nos salvará nuestro espacio más cercano. Es decir, pintar nuestra propia aldea. En términos modernos, la hiperlocalidad, el reflejo de nuestra ciudad, nuestra zona. Es que frente a monstruos globales como Google que nos devuelven la información del mundo en décimas de segundo, refugiarnos en nuestros intereses más cercanos generará fidelidad con nuestra audiencia. La idea es que cuando alguien busque en Google información sobre nuestra ciudad nos convirtamos en referentes ineludibles. Para Obama ya están New York Times, Washington Post o CNN. Y para Cristina Kirchner, para qué engañarnos, están Clarín y La Nación. No todo está perdido. Debemos ser optimistas.
Conclusión Los diarios siempre significaron mucho más que palabras en el papel. Acompañaron a la sociedad como un faro en los momentos más felices y en los más difíciles. Su papel fue siempre más allá de informar y orientar a la opinión pública. Fueron alguna vez una luz de esperanza cuando la muerte andaba rondando. Por fortuna, esta tragedia no se repetirá nunca más. Lo que quedará por siempre es el valor que tuvo, tiene y tendrá esa hoja de papel echada al viento.
El sitio Google Earth acaba de incorporar imágenes en 3D de la Ciudad de Córdoba. Una buena y detallada explicación me ahorran los chicos de LaVoz.com.ar. Visíten la nota aquí.